Enrique Lisa relata su recorrido por iconicas firmas de la industria en la Argentina cuando el calendario dictaminaba renovar las vidrieras cada quince días

Conocí a Enrique Lisa en 1987, el año en que empecé con mi marca Key Biscayne desde un local de la calle Migueletes y con la firme idea de no hacer vidrieras aunque hubiera un espacio para ellas; pero cuando comprobé la magia que generaban sus vidrieras no dudé en cambiar de idea. Las colaboraciones de Enrique para mi primera marca duraron diez años, luego él siguió trabajando con los chicos que compraron mi marca, pero volvimos a coincidir en otros proyectos. Considero que trabajando juntos nos potenciábamos. Recuerdo en especia una a vidriera para Key Biscayne para la que compuso una escenografía con tres pilotos largos: decidió mandar a hacer paraguas con las mismas telas de los pilotos y dispuso tres muñecos que caminaban en la misma dirección. También rompió una percha de alambre y puso algunos hilos de alambre debajo de los pilotos, así se generaba un efecto como si se volaran por el viento. A cada muñeco le asignó un paraguas que contrastaba con el color del piloto.
Otra vez me dio una flor para que la dibujemos en la vidriera, entonces llamé a un amigo artista plástico para que la replicara en la vidriera. Es una lástima que no tengo ni una sola foto de esas vidrieras!.
Destaco el amor por el trabajo de Enrique , con quien mantengo una amistad a lo largo de los años. Otra de sus grandes virtudes es la mano para disponer los objetos en el espacio, ya fuera un cinturón, una corbata o una prenda. Lo quise hacer muchas veces pero nunca me salió tan bien como a él . Aunque él dice que no fue el número uno en el diseño de vidrieras en Buenos Aires, porque en esa época estaba el vidrierista Jorge Puente , quien solía disponer recursos como cajas de fósforos gigantes en las vidrieras , considero que la mano de Enrique es soberbia. Además cada vez que iba a hacer las vidrieras, también e involucraba con los estantes y exhibidores del local, cuando él se iba el negocio quedaba divino. Por todo ello elijo difundir su trabajo y conversar con él en esta sección que intenta rescatar historias de la industria de la moda en Argentina.

-¿Cómo fueron tus comienzos en la moda?
-Empecé a los 22 años como cadete de Dot, la primera boutique de moda para hombres en la calle Lavalle 567, cerca de Rodhers ,Luego empecé a ser vendedor de la boutique y aproveché para combinar los colores y hacer cosas distintas en las vidrieras. Mientras trabajaba en Dot atendí al gerente de Modart, quien aparentemente venía observando las vidrieras que yo empezaba a hacer y que en ese momento yo no me daba cuenta de cuánto llamaban la atención de quienes pasaban por la calle. Me propuso irme como vendedor a Modart y la propuesta duplicaba mi sueldo. No vacilé y cambié de trabajo, recuerdo que a los quince días de empezar me llamaron, pensé que me rajaban porque no habían vendido nada porque la venta no era lo mío; pero en cambio me propusieron entrar como adscripto a la gerencia de compras de la marca. Iba a tener que separar y elegir la ropa que los vidrieristas que trabajaban para Modart iban a disponer en la vidriera; de algún modo yo les empecé a decir cómo hacerlas y qué poner. Eran quince vidrieristas los que trabajaban para Modart y que salían por todo el país, pronto empecé a viajar con ellos por las 46 sucursales de la empresa.

-¿ Qué cambios hubo en la marca a través de tu trabajo?
-Fue un éxito porque con las nuevas vidrieras hubo un cambio en los productos y en la forma de comprar de los hombres de esa época. También desde allí tuve que organizar los desfiles de modelos y un día uno de ellos, me sugirió que fuera a Harrods porque estaban buscando un encargado de compras. En ese momento Harrods tenía un departamento de moda muy prestigioso llamado Club 687, en la entrevista les pedí ganar 12000 pesos, que representaban el doble del anterior sueldo,
Estuve cinco años en Harrods, fue maravilloso como experiencia pero como era un momento de enorme recesión el depto de ventas no funcionaba bien y decidí irme. Pasé a trabajar en Fratelli, era un local en la entrada de la galería Santa Fé allí empecé a hacer las vidrieras y pronto la gente de las tiendas cercanas me empezó a llamar para hacer las vidrieras y allí se oficializó mi trabajo como vidrierista- Todo lo vinculado con la moda me fascinaba y me era fácil. Hice muchos locales en el Patio Bullrich, para Dior, para Burberry´s .Ya no recuerdo la cantidad de locales para los que hice vidrieras.
-¿Como se te ocurrían las vidrieras?
-Todos los años viajaba un mes por Europa y por Estados Unidos y tomaba algunas ideas y me aproximaba a lo que estaba de moda, pero además había estudiado Bellas Artes.
-¿Y cómo manejabas los tiempos de preparación?
-Entre una y otra vidriera para un local pasaban quince días, siempre tenía una idea de cómo sería la próxima. Trataba de no repetir, usaba elementos diversos, de telas a papeles para diseñar sobre el espacio, Creo que enloquecía un poco a la gente con la que trabajaba pero salían cosas muy lindas, tal vez debí haber tenido una empresa de vidrieras pero pasó que yo no delegaba, tenía que hacerlas yo . Por eso es que cuando vino la escasez de ventas y se empezaron a achicar los gastos, mi trabajo empezó a desaparecer, decidí empezar a disfrutar de la jubilación.



Enrique, en el instante de presentar músicos en el contexto de un desfile.
