Archivo Broderie

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El archivo de bordados y ornamentos domésticos de la artista Nilda Rosemberg es analizado y recorrido por la crítica de arte y docente Sara Peisajovich

Relatos que se desprenden de textiles de entrecasa.

Archivo Broderie es una práctica artística, un club de bordadoras y costureras, un archivo federal. Es una constelación de prácticas de antaño y a la vez es la actualización constante. Archivo Broderie es la oportunidad de despertar la memoria emotiva y revisar una y otra vez el oficio de gran parte del linaje femenino, el del trabajo manual de crear, diseñar, zurcir, embellecer retazos en soledad o en comunidad. Se trata de revisar las bases, recordar las historias y proyectar nuevos modos de hacer, pero en clave artística, performática, trabajando en territorio y poniendo en valor la extensa trayectoria del bordado y la costura. También fue una muestra que conjugó tres encuentros en el Museo del Traje de Buenos Aires, con decenas de testimonios de bordadoras e incontables objetos de costura de colección.
Contemplar la exhibición que se realizó en febrero de 2022 fue sinónimo de participar de un viaje en el tiempo, en el cual el destino tuvo que ver con disfrutar de un ejercicio emotivo: el rememorar, a partir de los objetos expuestos, momentos del pasado, detalles de un inconsciente que afloró al ver las puntadas sobre un mantel , los dedales y las agujas expuestos sobre una de las vitrinas.

Los repasadores y delantales, adornados con bordados de flores varias, siluetas en colores planos, cintas y botones que colgaron de las paredes del pasillo en rojo tomate, son un ejemplo de la huella del trabajo manual y del amor de abuelas y madres en estrecha relación con el rol de las mujeres y la economía doméstica. El arte como canal de comunicación, de protesta, de desahogo y de proyección. El arte que incorpora la aguja y el hilo y abraza lo colectivo, la comunidad. La importancia del registro, del archivo. La posibilidad de poner en valor lo heredado y dejarlo al alcance de quien guste contemplarlo.

La curaduría de Rosemberg acompañó cada entramado del proyecto. El vitreaux azulado del patio compartió espacio con dos telas de algodón en color celeste pastel y rosa viejo que colgadas sobre las paredes blancas oficiaron de catálogo textil. La primera reunió caminitos a crochet, blondas tejidas en blanco y marrón craft, servilletas bordados en hilo dorado, posa pava con marco de lana y bolsillos para el ordenado guardado de medias. La randa, el tejido a bolillo, el crochet, el bordado a mano o a máquina fueron las técnicas elegidas. La paleta de color nos retrotrae a los manteles blancos y bordados de los domingos, al ajuar de las novias o a la llegada de un nuevo integrante a la familia. 

La segunda, en clave geométrica, retomó la técnica del collage y el patchwork para fundir en una obra textil las servilletas a rayas en colores rojo y azul, las lisas en azul, marrón, rojo y amarillo con florecitas bordadas en diferentes escalas, la celeste nube, la blanca romántica y la verde a cuadrillé. A su lado, una instalación audiovisual mostró las imágenes de aquellas bordadoras que se sumaron al archivo en distintos puntos del país. Porque Archivo Broderie fue una cita en distintos lugares de la Argentina donde varias generaciones de mujeres se apersonaron para ofrecer sus piezas bordadas y formar parte del archivo. 

Piezas fotografiada por Sara Peisajovich

¿Qué es lo más valioso de los encuentros de Archivo Broderie?

-Lo más valioso es la transmisión de los saberes y de las posibilidades de vincularse entre personas a través del oficio del bordado, el tejido o la costura. Cómo, al ponerse de manifiesto estos encuentros y cada una al traer sus piezas textiles, se generan, de una manera muy espontánea pero al mismo tiempo rápida, vinculaciones entre las historias de la gente, las maneras de confeccionar los textiles, entre los territorios, ahí se pone en juego una circulación de saberes y afectividades que es lo que a mí más me interesa. 

Observando los los kilómetros recorridos y las horas junto a las bordadoras que compila el proyecto Archivo , ¿ a qué conclusiones llegaste ?

– Los testimonios se vuelven patrimonio inmaterial que se atesoran en fichas con nombre propio. El fichero, lleno de historias y anécdotas, se convierte en registro de cada intervención de Archivo Broderie. Documenta las jornadas performáticas y las historias compartidas y me confirma el valor que logran estos espacios en cuanto al patrimonio; por un lado, ese patrimonio inmaterial de cómo se pueden contar esas voces y esos trayectos, y también en cuanto al patrimonio técnico, para que no se pierdan estos haceres que ya no son tan cotidianos como lo eran antes. Veo que genera en los demás una activación inmediata de la memoria, la gente recuerda algo de ese mundo o de esos mundos como parte de su vida. 

-Y a partir de ahora, Nilda, ¿cómo te gustaría que continúe?

-Me gustaría seguir reforzando la materialidad del mapeo geográfico,dar visibilidad a esos saberes en diversos territorios y seguir profundizando. A la vez pienso en la necesidad de tener un archivo, disponible para que un montón de gente lo consulte. Es un trabajo que requiere de muchos recursos, de tiempo y de voluntad, imagino generar una publicación en papel u online, donde la gente pueda usar todo este material. Durante la muestra en el Museo del Traje Archivo Broderie cumplió ocho años, así que uno de los desafíos es que llegue a cumplir diez años y que en ese recorrido sigan sumándose otras voces y destinos. 

Detalle de las fichas técnicas y no analógicas.

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