Bailón, Rosita

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Una introducción a la obra de la diseñadora que en 1960 reinó en la Galería del Este

Etiqueta Madame Frou Frou que reza “Galería de las Artes””, calle Maipú local 26.

Diseñadora argentina que en 1967 recaló en la Galería del Este .Su boutique tuvo el tamaño de una cajita de zapatos y ocupó el local número 26. Desde allí, portando un par de plataformas con capellada de terciopelo azul y vestida con una falda veinte centímetros por arriba de las rodillas, diseñó un logo casero que enunció “Madame Frou – Frou” y comenzó a pintar frescos con flores que en 1970 fueron reemplazados por escenas de estilo hippie chic pintados en blanco y negro por el artista Daniel Melgarejo. Desde el pasillo de la galería, las prendas asomaban entre simulacros de ventanas que exhibían los trazos de pantalones pata de elefante, los tocados y demás ornamentos.

Rosita con una de las camisas Donovan

Puertas adentro del local, las prendas colgaban de percheros que llegaban al techo, a la usanza de las tintorerías. Y situada en un lugar de privilegio, asomaba  una bandeja pasadiscos rodeada de vinilos comprados en la vecina disquería El agujerito. En el listado de sus grandes éxitos de la moda –etiquetados con cintas de seda celestes y rosas impresas con un logo art nouveau– se destaca la línea de camisas unisex con estampas de estrellas o ceros, que al mismo tiempo hicieron de minivestidos. Rosa las llamó “Camisas Donovan”, en homenaje al músico inglés y a su canción ” I love my shirt. En el Swinging Buenos Aires, las camisas Donovan ingresaron a los guardarropas de algunos de los precursores del rock en la Argentina –como Pappo, Javier Martínez y Litto Nebbia. En la tienda oficiaron de vendedoras, en distintos momentos, Noemí Vázquez y la actriz Marilú Marini.

De acuerdo a Bailón, en la fiesta de apertura de Frou- Frou: “Alejandro Medina cantó canciones de protesta, mientras que Tanguito se quedó en la escalera sin sumarse al festejo argumentando que éramos muy caretas”. Acerca de su método de diseño, enunció: ” hice moda de emergencia, porque los diseños dependían de mi estado de ánimo y de mis necesidades, de las películas que veía todos los días, o de los discos de los Beatles o Janis Joplin que estaba escuchando. Jamás hice bocetos, armaba sobre mi cuerpo y más que pensar en colecciones a diario surgían nuevas prendas”. Otro habitúe de su boutique fue el escritor Manuel Puig, quien compraba en la boutique vestidos para “Male”, su madre; en 1968 cuando se produjo el boom de la novela Boquitas Pintadas , Bailón lanzó su colección ‘Boquitas’, que fue tapa de revistas de moda, copió los jopos de los cuarenta . Mientras que en la vidriera de su boutique junto a un ejemplar de la novela. dispuso plataformas rescatadas de zapaterías vintage a las que pegó labios de papel glasé en la capellada.

Bailón nació y creció en Ramos Mejía, no tenía estudios formales de moda, pero sí conocimientos de costura heredados de su madre y una pasantía en la tienda Drecoll;; sus prendas icónicas fueron los Vestidos Super Bizcocho, Romance , Bombón Oriental y los abrigos con pelo de cabra en diversidad de colores. Cuando cerró su tienda en un gesto punk decidió destruirla; continuó haciendo ropa por encargo a sus clientes desde su departamento de la calle San Martín y ataviada con un kimono.

Allí vivió, rodeada de sus gatitos tomando café y contando relatos de moda hasta el día de su muerte, en 1999. En 2005, desde el ciclo Moda en Progresión, realizada en Malba Moda hubo una retrospectiva de sus ropas, con las piezas prestadas para la ocasión por Felisa PInto, Marilú Marini, Lorena Ventimiglia, Laura Palacios y Dalila Puzzovio que tuvo como correlato el corto documental que se puede ver en el link.

Las imágenes pertenecen al archivo de Victoria Lescano

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