Diseñadoras mexicanas: folclore, color y notas sobre la decolonización

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La exposición “Diseño en femenino”, México 1940 – 2022, curada por Ana Elena Mallet y Pilar Obeso, presentada en el Museo Franz Mayer- situado en el centro histórico de la Ciudad de México-, reúne el trabajo de cuatro generaciones de mujeres mexicanas o que han producido en el país.


La muestra incluye diseño artesanal, de indumentaria, joyería, gráfico, editorial, digital y biomaterial, y una de sus singularidades consiste en poner a dialogar en los mismos términos lo artesanal (generalmente asociado a mujeres indígenas que producen desde un espacio rural y desde la tradición) y el diseño (asociado a mujeres urbanas con una ‘educación formal’ y una mirada global del mundo).
En lo que refiere al diseño de moda, indumentaria y vestido artesanal, quizás el mérito más importante, o por lo menos innovador, es el de desmantelar el superconcepto de ‘lo mexicano’ para esbozar la idea de un diseño nacional mucho más complejo y rico que lo que los clichés permiten, una paleta de colores vivos, el uso de saberes y técnicas tradicionalesy la referencia automática a la morfologías de prendas prehispánicas). Al problematizar términos como lo ‘tradicional’ (asociado con la idea de algo que no cambian); lo ‘auténtico’ (que remite a la idea de aislamiento); y lo ‘ancestral’ (que puede leerse como históricamente desconectado) 1 , la muestra logra un muy bello bosquejo de la multiplicidad de las estéticas dentro del diseño de las mexicanas


Algunas piezas de indumentaria de la exposición son:

  1. El Quexquemetl de Sofía Ferrer González. Quexquémitl viene de la voz nahua quechtli, que quiere decir cuello, y quemitl: vestido. Un vestido que abraza el cuello y el pecho. Un chal coqueto, elegante y funcional de lana o algodón, que si bien data de hace siglos, ha sido objeto de constantes ajustes e innovaciones por las mujeres de comunidades otomíes, huastecas, totonacas y mayas que lo han producido. Sofía Ferrer diseñó y produjo éste en 2004 en el pueblo otomí San Felipe Santiago en el Estado de México.

Todos los diseños fueron fotografiados por Andrea Bravo Etchenique


2-El vestido Salad Dressing (CDMX, 2022)- 3, los zapatos Silla (CDMX, 2022) y la chamarra de cuero Knock on my Knuckles (Toluca, EdoMex, 2019) de Bárbara Sánchez-Kane son prendas que, siguiendo la lógica de su firma unisex Sánchez-Kane, se mueven entre el filo del arte y la moda, siempre con un dejo de ironía.

A partir de la experimentación osada y oficiosa con textiles, Sánchez-Kane ha dado lugar a un lenguaje sagaz para hablar del género como performance y cuestionar ideas fijas sobre el cuerpo, anotando específicamente al machismo mexicano y la necesidad bien católica de catalogarlo todo aquí o allá. En esta línea, los pliegues del crepé, las tallas orientadas al crossdressing / travestismo y los accesorios adaptados a la vida real, abren la posibilidad de un espacio en flujo donde los valores asociados a cada género se diluyen.

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4-El vestido de manta y encajes creado por Tachi Castillo en Taxco (capital de las joyitas de plata mexicana) en los setenta es un ajuar campirano singular: el bustier y las mangas evocan al vestido de una doncella medieval al tiempo que los encajes industriales que decoran la falda parecen inspirados en el trabajo de deshilado de las mujeres de Aguascalientes. Si bien la longitud de las mangas quizás esté inspirada en el mismo vestido típico aguascalentense, el globo en los hombros resulta muy interesante para su tiempo.

Vestido de mantas y encaje que emula a doncellas medievales


5-El vestido de olanes de organza Miamor (CDMX, 2016) de Pink Magnolia, reinterpreta las enaguas de un traje de gala tradicional en colores pastel, en un faldón de tres pisos y una blusa de escote en V muy sensual.

Diseño de Pink Magnolia


6-Osseous Tracksuit (CDMX, 2021) y Parachute Poncho (Taipei, 2018) de Machina,estacionan en la zona tecnológica. Machina, fundada por los mexicanxs Linda Franco y Antonio Perdigón y radicada en San Francisco, es una marca de moda inteligente que incorpora tecnología portátil en la ropa a partir de los principios de funcionalidad, movilidad,duración y estética. Entre sus ideas más brillantes, está la de un botón de pánico integrado a una remera/ playera para lanzar una señal de alerta en momentos de peligro.

Así, esta exhibición descoloca el tradicional enfoque de pensar la moda mexicana exclusivamente desde un enfoque patrimonial y/o de identidad para dar un panorama bastante agudo de la madurez de la escena de la moda y el diseño en México. Matiza tanto proyectos que se mueven entre la potencia de la tradición y las búsquedas innovadoras como iconofrafía de la producción lenta (ver Pectoral cucapá, de Mónica Paulina González hecho en 1997 con chaquiras ensartadas una por una) y otros proyectos con un espíritu global junto a estéticas que van de lo ancestral a lo cyborg.

Semejante miríada de propuestas muestra que lejos de limitarse al cliché de la estética colorida y ancestral de ‘lo mexicano’ y resguardarse bajo el mito de lo exótico, las diseñadoras mexicanas han asumido el reto de pensar y producir ideas a partir de reflexiones y experiencias individuales.

1 Ver Angela Jansen, Decolonising fashion http://vestoj.com/decolonialising-fashion

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