Juan Risuleo, artífice de “Ropas argentinas”

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Luego de vivir cuarenta años en Estados Unidos, Juan Risuleo volvió a la Argentina a fines de 2022. El diseñador  representa un hito en la trama de la moda argentina de 1960 y 1970 , tanto por sus singularidades estéticas, como por los desfiles realizados junto al músico y diseñador Federico Moura.

Juan Risuleo en su estudio de West Hollywood a mediados de 1980

Sus primeros lazos con la moda

“Mi abuela materna había trabajado como sombrerera para  la casa francesa Paquin, me fascinaba ir a su casa, ver como enroscaba las plumas de avestruz luego sacaba cada una, agarraba la tijera y la enrollaba como un rulito. Ponía las plumas con el vapor yo le robaba lo que podía, de trapitos a plumas pero tenía  que  contrabandearlos y ocultarlos en mi casa, Por otro lado Julio Fransozo, el señor que se casó con mi abuela, fue  mi persona favorita y una gran influencia. El trabajó 65 años en una sombrerería  de la calle Sarmiento llamada Fumagalli . Aún recuerdo mis visitas a los talleres cuando era un niño, la sala de ventas mostradores de madera oscura, vitrinas , retratos de clientes notables, ntre ellos Bartolomé Mitre y las dos únicas mujeres que habían ordenado en ese especie de recinto de masculinidad, las boinas para Alfonsina Storni y el sombrero de ala ancha para María Félix . Pero la verdadera pasión de Julio era escribir y con frecuencia publicaba cuentos en las revistas Para Ti, Vosotras y Damas y Damitas.

A los 15 años, mientras cursaba el ILSE (Instituto Libre de Segunda Enseñanza) una  tarde acompañé a mi tía a probarse un vestido en la casa de modas de Paco Jaumandreu. Yo anhelaba hacer una pasantía y cuando mi tía le manifestó mi interés por la moda, el esgrimió “acá no trabajan mocosos”. Un rato después, durante la prueba, se cayó al piso un sombrero de plumas de aves del paraíso, que como son muy frágiles para manipular, las costureras quedaron desconcertadas, yo me aproximé al piso y soplé cerca de las plumas para así poder levantarlo, Fue así, como conseguí mi pasantía, Durante siete meses , luego de mis clases en ILSE, me iba a lo Jaumandreu a aprender, nunca nadie lo supo en la casa de mis padres”.

En 1960 conocí a María del Carmen Spingola- quien luego fue mi cuñada y una de las personas más creativas que conozco-; ella me enseñó la técnicas de costura que había aprendido de las monjas del convento La Virgen del Huerto, en Devoto. Trabajamos juntos en un happening de Oscar Masotta en el Di Tella, en el cual ella hizo el vestuario y yo la producción. A mis primeros diseños los hice en 1960 con María del Carmen- para vender a boutiques. Trabajamos juntos durante varios años y al proyecto lo denominamos “Uno centro de Ropa”.

También en Di Tella, Juan colaboró junto al sociólogo y artista Roberto Jacoby, -con quien mantiene una amistad entrañable desde los 17 años- además de la participación de Oscar Masotta y Eduardo Costa en un proyecto destinado a transformar la relación entre el espectador y la producción artística.

Juan Risuleo (22) que ya fue noticia cuando su obra Una moda relato (concretada en orejas, pelos y dedos de oro) fue fotografiada por Richard Avedon para la ultrasofisticada revista Vogue, es ahora propietario junto con su cuñada María del Carmen (26) de Uno centro de Ropa. Para sus creaciones utilizan telas insólitas inéditas: chintz, voile, cretona, estatinas, tela de avion, con una marcada tendencia hacia los verdes, cremas y marrones, Todo esto le da un toque muy ingenuo y sentador a su primera colección primavera verano “Queremos que nuestra ropa sea algo más que lavable, económica y durable” es una de las premisas de la pareja. En 25 de mayo 749, 2do 5, télefono 314454 pueden adquirirse camisas para hombre y mujer desde los 3000 pesos, pantalones desde los 5000, trajes de noche 15.000 y exquisiteces tales como vestido y chalecos enteramente bordados con plumas” expresa un artículo de la revista Diners, sección Señoras y Señores, fechado en 1969.

El relato de Juan adhiere a los fundamentos de tal rescate y agrega: “Con María del Carmen trabajamos muchos años juntos; luego hice ropa con la denominación Amarú y junto a Cristina Alvarez, una modista de la cual tambien aprendí mucho. Teníamos nuestro taller en la calle Maipú, en un departamento donde yo también vivía. No tenía locales a la calle sino que trabajaba en los lugares en los que vivía, hasta que uno de mis clientes que era el dueño de un negocio llamado El Jirón de Ginelle en la galería Recamier, en Belgrano, quería deshacerse del local y me propuso continuarlo con mi proyecto y sin pagar la llave, así empecé en la galería Recamier y lo llamé “Ropas argentinas“. Hice ropa de mujer y otras unisex, como las remeras con la imagen de Carlos Gardel”, agrega durante la conversación con Sucesosdemoda.

Otro de sus trabajos fue la realización de vidrieras desde un estudio en la calle Venezuela llamado “Deck” y que fue creado por el experto Carlos Rivadulla, quien ideó una de las firmas más solicitadas por las tiendas de Buenos Aires: de Iotti a Dana le encomendaban a Rivadulla la puesta en escena de sus vidrieras.

Escena de 1973: Juan Risuleo- a la derecha-, Cecilia García y Federico Moura

Remeras con la estampa Carlos Gardel, modeladas respectivamente por Juan Risuleo y Federico Moura, en la foto junto a su amiga Cecilia García.

Los desfiles de Ropas Argentinas y Limbo

Yo había hecho un desfile en la galería Recamier con “Ropas Argentinas” en 1971, y que transcurrió en los pasillos de la galería: ahí participaron algunas modelos profesionales (Susana Romero, por entonces Miss Argentina, algunas de sus amigas como la Miss Paraguay) y también clientas a las que les quedaba muy bien la ropa. Para mi amiga Cecilia, muy estilizada y con el pelo afro hice un final de novias; su traje  se inspiró en el de una rumbera, se compuso por pantalones pescadores, una camisa con volados, zuecos con plataformas y a modo de tocado llevó un gran moño de organza con dos colas que fue documentado en una ilustración del diario La Opinión. La posibilidad de ampliar “Ropas Argentinas”, fue consecuencia de que mi amigo Federico Moura me hablase de los dos locales que su padre tenía en la Galería Jardín, en la calle Florida 537 . Nuestros locales estaban casi enfrentados”.

Juan Risuleo. con camisa y foulard- junto a Federico Moura y la estilista Noemí Vázquez Roselli, fotografiados por Juan Gatti.

 Cuando empezamos a proyectar la idea de hacer juntos los desfiles de nuestras respectivas marcas, con Federico fuimos a ver un desfile en Harrods. El tenía una visión bárbara: hablaba de contratar a las mejores modelos del momento, de ahí que empezamos con un team fabuloso cuya capitana era Mora Furtado, también tuvo  Ana María Soria, que además de haber sido Miss Argentina y de tener un gran porte, era una mannequin realista; no hacía ningún movimiento impostado ni actuaba como una modelo. También participaron Susana Romero y Vicky Olivares. Ana María Soria era la número uno, trabajaba para todas las casa de moda, y llegaba a la prueba con una valija que contenía zapatos de diferentes alturas. Cuando a Ana María le probabámos ella me decía ¿ y dónde está mi vestido beige?, yo les respondía: no tenemos ninguno, pero ella argumentaba:” lo mejor que hago es vender vestidos beige, haceme dos o tres así haces plata!

¿Cuáles eran las señas particulares de los desfiles de Limbo y Ropas Argentinas ?

Hicimos cinco desfiles juntos, todos  transcurrieron el Salon Tudor del Hotel Claridge, por un lado porque nos quedaba cerca de los negocios y así no teníamos que buscar fletes, pero también porque quedaba cerca del departamento art decó de Tucumán y Reconquista, donde además vivía (era mi casa y el estudio). La periodista Beatriz Muicey nos hacía la prensa,  Dany Nijensohn nos hacía la música para los desfiles, pero el verdadero mandamás era Federico, él determinaba la banda sonora.

Yo había visto una comedia musical, donde el final se reproducía y generaba un clímax de aplausos. Le propuse hacer un desfile que pareciera que iba a terminar con la aparición de una novia pero en varias escenas; considero que el toque magistral  fue la música para cabaret, que dio el clima de una escena de burdel con las diferente novias, el crescendo era fantástico.

Cuando le dije a Ana María Soria  que íbamos a cerrar con varias novias, ella objetó si sería la madrina pero le respondí que de ninguna manera,  le hice un vestido blanco de seda que caía como una columna , y encima un spencer corto de terciopelo blanco,  emulando un  smoking,  conseguí un sobre de raso  y le puse tres rosas rojas en el interior, tambien le hice un tocado de los años ’20. Durante los desfiles conjuntos de Limbo y Ropas argentinas presentábamos ropa para siete mujeres y dos hombres, todo mezclado en las mismas secuencias. Primero iban las pasadas de  ropa de  mañana, luego tarde y luego las de ropa de noche.

¿Cómo era Federico Moura en su faceta de diseñador de modas y cómplice estético?

-No pude tener mejor socio económico que Federico Moura, él era muy respetuoso, y responsable. Yo  le decía  que como presentaba más ropas entonces  debía pagar más por la producción de cada desfile pero él quería compartir los gastos . En cuanto al funcionamiento de la tienda, él le pagaba prolijamente a su padre y cada mes él me preguntaba ¿estás juntando para el alquiler? . Yo le respondía, “me falta vender dos camisas para llegar al  total de la renta”. Era todo lo opuesto a lo que se esperaba de un rockero, muy organizado; si bien era cinco años menor que yo, él ejercía una autoridad pero protectora.   En mi trabajo le di gran importancia a su criterio, si bien a él inicialmente no le gustaba que yo usara materiales muy antiguos pero luego lo entendió . Federico también usaba texturas vintage en sus diseños pero de los años 1940 y 1950 .




Experiencias Risuleo en casas de moda europeas.

“En simultáneo con “Ropas argentinas”, también hice algunos trabajos momentáneos para pagarme el pasaje y conocer Europa. El primero fue en París: recuerdo que cuando llegué a París me alojé en un hotel muy barato, en el que se hospedaban muchos argentinos , había una gran presión económica para sobrevivir. Busqué trabajo a través del diario, di con un aviso que ofrecía un trabajo en costura en la rue Cambon, al llegar y ver que se trataba de la casa Chanel me desconcerté, me tomaron una prueba y cuando volví al día siguente me puse muy nervioso y no podía enhebrar una aguja. La persona del taller me dijo que si me equivocaba podíamos volver a cortar otro fragmento de tela y ahí me relajé. Tenía que hilvanar las partes de los diseños que iban a pasar a la máquina, había estructuras nada tradicionales y pagaban poquísimo. Consideré quedarme más, me dijeron que me podian ascender pero que iba a ganar aún menos; entonces decidí no seguir. Me fui a Florencia y conseguí un trabajo Pucci, que funcionaba en el Palacio Pucci, él era un señor encantador y muy educado, – Trabajábamos en lo que habían sido las caballerizas, que eran del siglo 18. Mi labor consistió en trabajar con las telas estampadas e idear diversos maneras para usarlas y cortarlas, con los moldes que ellos tenían ; me volví pero quedé en contacto con ellos. la firma era un símbolo de status, y las telas eran psicodélicas pero sin las drogas”.

La boutique Novia y otros diseños hechos en Estados Unidos

“Diseño novias porque considero que es el unico traje de un ritual que permanece” enuncia Juan y acto seguido relata que su primer boutique en West Hollywood respondió al nombre “Novia”, pero como consecuencia de que las clientas confundían la expresión con el apellido armenio Novian, con el tiempo lo cambió por “Risuleo Couture”. “Por regla general me gustaba hablar con la novia y descubrir que proyectaba en ese traje, si acaso tenía la fantasía de la princesa, de la mujer más sexy o bien de emular a la Reina de Inglaterra; en general pedía a las novias que acudieran solas a las entrevistas, muchas veces las madres se ofendían pero luego las novias me lo agredecieron mucho”, continúa Juan. Entre los infinitos diseños de estilo bridal, los trajes de alta costura, los diseños de vestuario para teatro y cine, destaca un traje de novia en animal print para una clienta alemana, trajes para bodas entre la comunidad LGTBQ , atavíos para novias embarazadas o bien para novias que profesaban el judaísmo ortodoxo, diversas minorías étnicas y también una nieta del clan Getty.

De su vasto anecdotario se desprende una aproximación a la moda tanto estética como ética. Destaco una escena que Juan recuerda de su niñez, del día en que mientras paseaba junto a su abuelo sombrerero y escritor por el microcentro y tal como hacen los niños ante lo desconocido se rió torpemente ante la visión de una mujer con ropas muy extravagantes. Su abuelo le advirtió que burlarse de la apariencia ajena era inconcebible y esa enseñanza caló hondo en su modo de mirar el mundo. De los infinitos relatos de moda tan precisos como poéticos (la denominación de los textiles, su procedencia, la caída y el modo de trabajar cada prenda) se desprenden anécdotas, ya sea referidas al encargo de último momento que recibió desde un hotel de Hollywood, para reparar las prendas de una húesped: se trataba de Liza Minelli y Juan ejecutó para ella los arreglos con precisión científica, losencargos a medida y desarrollos para Christina Aguilera, Heidi Klum, La Toya Jackson y Kelly Osbourne. O bien, sus aproximaciones a las piezas vintage de la tienda Lilly et cie, – de un diseño para el cine del costume designer Adrian a un vestido de la última colección diseñada por Alexander Mc Queen. Uno y otro requirieron de la habilidad de sus manos previo a ser trasladados a un Museo de la moda.

Duranté los años en que trabajé en el libro Pret á rocker- moda y rock en la argentina, las referencias a Juan Risuleo aparecían una y otra vez al intentar reconstruir las vinculaciones con la moda del músico de Virus, Federico Moura. Por entonces- en 2010- el fotógrafo y artista visual Juan Gatti, me compartió muy gentilmente varios tesoros provenientes de su archivo fotográfico: allí pude ver a Juan Risuleo, junto a Federico Moura y Noemí Vázquez Roselli, durante una reunión cumbre de amigos en el vestíbulo de la galería Jardín y que dispuse en el booklet del libro. La expresión de Risuleo, con su pelo negro muy corto, la camisa y un foulard me llamó notoriamente la atención. La reconozco muchos años después en el señor ataviado con un chaleco, una camisa con gemelos , una barba prominente y un boina que me recibe con una sonrisa en un bar de Villa Devoto, el barrio de su infancia al que volvió a radicarse y donde va a disponer su atelier hogareño.

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Juan Risuleo en su estudio de West Hollywood en 1980,-detrás asoma la fotografía con una escena en la Galería Jardín-

Todas las imágenes son una gentileza de Juan Risuleo para Sucesosdemoda

Agradecemos a Felisa Pinto, Mariana Kiwi Sáinz y Roberto Jacoby por los lazos, interacciones para la realización de esta entrevista.

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