Tienda Llorón

por

Un proyecto tan lúdico como excéntrico que ofrece accesorios y prendas hechas a mano para la comunidad queer, con humor y singularidad.

Su artífice es Mia Cohen, un estudiante de filosofía de 22 años, que ocasionalmente se desempeaña como estilista y vestuarista. Con la premisa de dar visibilidad a la comunidad queer, la marca sugiere un micromundo de fantasías en el que las personas pueden expresarse a través de los accesorios que portan. Cada pieza es única y está diseñada de forma intuitiva, utilizando diversos materiales: cadenas, mostacillas acrílicas, charms metálicos y dijes vintage o retro.

Retrato de Mia

¿Cómo y cuándo surgió “Tienda Llorón”?

-De chique nunca me sentí especialmente allegade al mundo de la moda. Cuando no tenía siquiera noción de la moda, mi fashion icon era la novela “Floricienta”. Me gustaba combinar texturas y caos. De adolescente perdí esa vitalidad y comencé a vestirme con ropa oversized negra: ya no como una decisión estética, sino como una forma de camuflaje. Consideraba que el mundo de la moda era banal y frívolo, hasta que conocí a Miranda, mi mejor amigo y quien está detrás de @menester, una tienda de ropa. Junto a Miranda aprendí el poder alquímico de la moda, la potencia creadora que se encuentra en elegir todas las mañanas como nos queremos presentar, de contar historias con las prendas con las que decidimos cubrir nuestro cuerpo.

Durante la pandemia atravesé una crisis de género. Comencé a entenderme como una persona no binaria y si bien eso expandió los límites de mi percepción de manera definitiva, mis niveles de disforia también se expandieron de manera definitiva. De ahí que el nombre “Llorón” nació en gran parte como respuesta a esa crisis. Quise generar una fabrica de tesoros dirigida particularmente a la comunidad cuir, para que podamos llevar collares como insignias del “mostraje”. Accesorios, sensibles, ridículos, llamativos, que ocupen espacio. Pero la marca no se limita solo a nuestro producto, sino a todo el universo de imágenes que tejemos virtualmente.

Además “Llorón” intenta construir un mundo de fantasías kidcore y cringecore, donde todes nuestros niñes interiores hubiesen querido comprar su regalo de cumpleaños. El nombre simplemente se impuso. En ese momento yo lloraba mucho y había comenzado a hacer collares como terapia. Hacer cosas con las manos me ayudó a olvidar lo que sucedía en mi cabeza. De cualquier manera existió una segunda opción: Bling Bling Bijou. Pero Miranda me recomendó que fuera por Tienda Llorón. Ese consejo fue una guía para seguir construyendo a partir de la sinceridad y el corazón en lugar de buscar algo hitero y comercial.

¿Cómo es el proceso creativo a la hora de diseñar los accesorios? ¿Cuáles son algunas de las fuentes de inspiración?

-El proceso creativo es más bien intuitivo. Como fiel Gen Z estoy crónicamente en internet. Soy un hijo de la cultura del exceso. Me gusta la velocidad del internet; infiltrarme como espía en cualquier subcultura virtual, investigar corrientes estéticas del pasado, predecir tendencias futuras, la posibilidad de tener abiertas quince pestañas simultáneas: mirar pinterest mientras escucho un video de youtube mientras de fondo suena una canción en Spotify, mientras arriba suena una alarma, etc… Mi proceso creativo con “Llorón” es como el de unx niñe con una cajita de Legos. Recorro toda la ciudad buscando tesoros voy desde Once a Boedo, paso por el Barrio Chino para concluir en Mercado libre. Luego de reunir las piezas las pongo en un balde y empiezo a crear. Las ideas de los collares me suelen bajar en momentos aleatorios, y yo respondo a ese instinto. Me gusta que mis creaciones sean una mezcla de inteligentes y graciosas. Cada colección tiene un guiño crítico a algún problema que me esté atravesando, moral (o anti moral), pero sobretodo trabajo con el concepto de visibilización. Usar dijes grandes, que ocupen espacio, que pesen, usar las perlas mas grandes y glamorosas que consiga, dedicarle colecciones enteras a Hello Kitty, entrar a santerías a comprar centros de rosarios para hacer collares que lean “cancelada” o “sexo anal”,  otros con un total de 47 cruces colgando. Me interesa generar propuestas que no pierdan un anclaje en lo “cuir” y lo latino.

Trabajo con los tesoros que me da la calle, y al momento de hacer collares no trabajo, juego. Mezclo posibilidades, creo micro universos de fantasía donde reposar por cinco minutos cuando el mundo se vuelve un lugar horrible.

Collar con dije de corazón y decoraciones de Hello Kitty

¿Con qué materiales se realizan las piezas? 

Los materiales suelen ser variados. Las cadenas son exclusivamente de acero quirúrgico  pero las cuentas y dijes que consigo dependen de la oferta que encuentre y de que esa oferta me inspire. Perlas de acrilico, dijes de metal, de resina. En un momento trabajamos con perlas de río, piedras, muchas veces frecuento ferias buscando collares con dijes retro o vintage para desarmarlos y darles nueva vida.

Además de diseñar accesorios, también tienen prendas de vestir; ¿Se trata de prendas ya existentes e intervenidas?

-Intento que el emprendimiento sea lo más ecológico y sustentable posible. Por eso suelo buscar prendas usadas para darles una nueva vida. 

Remera de Argentina intervenida con parche

Podés encontrar los diseños de Tienda Llorón en tiendalloron.empretienda.com.ar o en @exe.estudio

0