En el placard de Cocó Muro

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Cocó
Muro nació en Córdoba y vive en Buenos Aires. Estudió comunicación social, cine y letras, y luego cursó una especialización en periodismo cultural en la Universidad Nacional de La Plata en 2011. Colabora en varias publicaciones independientes y es corista en Baccarat.

Vestido corto de lurex verde con apliques en los hombros (año sin especificar)

Hacía un par de semanas que lo conocía a Sergio [Pángaro]. Ya estaba tan, o casi, enamorada como lo estoy ahora. Nos encontramos un mediodía en el centro para tomar un café y llegó con una sorpresa: un vestido de lurex verde, de un talle cinco veces más grande que el mío. Le encantó la tela, tenía potencial. Por esos días viajé a Córdoba a visitar a mi familia y lo llevé, para ver si a mamá se le ocurría cómo podíamos hacer los ajustes. Apenas lo vio se le despertó la veta modista: además de ajustar el ancho de talle que no me favorecía, fue a la mercería y consiguió eslabones de cinto para agregarlo a las tiras y así generar un escote. Cuando me lo vio puesto le pareció que lo había acortado demasiado. A mí me encanta el resultado. Fotos: Cocó Muro

Vestido Valentino, pechera de encaje chantilly y falda azul con blanco (circa ‘80)

Lo compramos en Palermo , Sicilia. A pocos metros de la esquina Quattro Canti nos llamó la atención un local de ropa usada. Las vidrieras redondeadas, como en ‘Los Paraguas de Cherbourg’ de Jacques Demy, pero en lugar de paraguas y Catherine Deneuve, había zapatos, carteras y faldas de los ‘60, ‘70s.  No puedo acordarme cómo se llamaba el local, pero sí me acuerdo de Silvia. Aún somos amigas en Facebook. Silvia no hablaba español ni inglés, pero sí se manejaba en francés, así que nous parlons français prêt à porter. Nos invitó a subir al primer piso a donde guardaban vestidos de pasarela que habían tenido una sola puesta y ahí estaban ellos.”; y ahí estaba yo en corpiño y bombacha convertida en el maniquí de Silvia y Sergio que no paraban de alcanzarme vestidos y trajes de dos piezas para ver cómo lucían. Nos gustaban todos, nos decidimos por este. Silvia nos pidió que le mandáramos fotos con el vestido en Venecia. Cada vez que decía “Venecia” se le iluminaban los ojos. Le mandamos un videoclip con la canción ‘Everybody Looks Coqueno’.

Camisas manga corta de tela poliéster, una en estampado marrón, la otra en verde y azul (circa ‘80)

En Córdoba le decíamos “local de ropa usada” a lo que en Buenos Aires llaman “feria americana”. Mi madre les dice “ropa de volquete”. Encontré la camisa marrón hace casi 20 años, en la peatonal San Martín, en una galería que no era la que frecuentábamos (la Vía Nueva, con el local de discos del Perro, Esperanto A Go-Gó y Baiez, una marca cordobesa que me gustaba mucho). Me gustaba ir sola al centro, a la Sofi Sartori también. Nunca nos encontrábamos en el centro, vivíamos a dos cuadras una de la otra en Barrio Jardín, y estábamos todo el día juntas: excepto cuando cada una iba al centro a hacer sus cosas. Tomarse el 50, bajarse pasando Plaza España y caminar por la General Paz para ir metiéndose para el lado de la Cañada, entrar a esas galerías, al España Córdoba, chusmear la feria de los hippies en Plaza Italia, husmear en las librerías de la peatonal. A la vuelta, esperar el bondi en la Galería Cinerama y si conseguías asiento, sentarse a disfrutar todas las revistas que agarraste de los locales de ropa, con entrevistas a artistas locales, fechas de recitales y cosas. 

Cuando me puse la camisa marrón, la Sofi me dijo: “Me compré la misma en verde y azul ¡Pero no vi que estaba la marrón!”. Es que ya me la había comprado yo. No sé por qué tengo yo las dos.

Blazer vestido/ Robe-manteau en escocés gris y blanco, con solapas y puños borravino (2021)

Hace varios años que voy y vengo de las clases de sastrería de Claudio Macchiavello. Volví este año, con barbijos puestos, sólo porque quería hacer este traje. Después hice una versión de un blazer Jeanne Lanvin que copié del libro que editó Taschen de la colección del Instituto de la Indumentaria de Kioto, y estoy terminando un chaleco con la tela que me sobró. 

Este modelo se lo vi a Lady Di en una foto que Sergio me pasó por WhatsApp. No sé quién era la diseñadora o el diseñador, ni a dónde estaba ella. Pero siempre bellísima. Me hace acordar a mi mamá.

Durante la cuarentena, en uno de nuestros paseos, habíamos descubierto sobre Avenida de Mayo un negocio que ahora es bicicletería y vendía los sobrantes de lo que había sido una sastrería. En ese momento compramos rollos de cachemire y varios retazos, así que tenía tela para cortar. Usé esos tesoros, esquivando algunos lamparones del sol y huecos de polilla. Hice las terminaciones a mano y luego lo plancharon en la tintorería para el toque final. Todavía no lo estrené.

YAPA: La percha (circa ‘50)

Mi abuela tenía una frase: “No abuses del tipo”. Se refería a que no por haber nacido con garbo y charme, una podía andar poniéndose cualquier cosa porque en algún momento la ibas a pifiar. Mi abuela se tiraba un trapo encima con un cinto y ya estaba elegante, pero se maquillaba pésimo. Esa era mi abuela Gordillo.

Mi abuelo Muro, parece que tenía una sastrería en Mitre y Maipú. Casa Muro, o Muro y Cía. Mi papá se crió en Córdoba con unas tías por parte de su mamá que vivía en Wilde y lo vio a mi abuelo una vez que vino a Buenos Aires, y mamá le insistió con que lo ubicara, para sacarse aunque sea la intriga. Volvió sin respuestas, pero fascinado por la elegancia de ese tipo. Nos contó que era muy parecido a mi hermano Francisco en su manera de caminar, alto, vigoroso, muy lindo de cara. Un amigo le regaló a Sergio un tapado largo con la etiqueta muro y el logo del caballito y el jinete. Claudio, mi profesor de sastrería, me regaló esta percha.

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