Fotógrafo de artistas

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Al subir las escaleras de la sala para exhibiciones temporales del Museo del Cine- Caffarena 51, La Boca-  un afiche en blanco y negro advierte “Sivul Willenski, Fotógrafo de artistas”, e invita a una exhibición exquisita que reúne la obra del innovador fotógrafo polaco radicado en la Argentina en 1930 . La curadora Romina Spinsanti conversó con Sucesosdemoda acerca de las premisas de la muestra que se exhibe hasta fines de 2023 , y cuyo catálogo ya se puede adquirir en el Museo del Cine.

La actriz María de la Fuente

La bailaora Carmen Amaya.

La exhibición se articula en diversas secciones que, en conjunto ilustran y  divulgan los procesos de  construcción y de retoque para las estrellas del star system criollo y también para artistas ignotos. Entre unas y otras asoman reproducciones de los avisos que el artista ideó para  difundir su labor con sesiones a  “precios  moderados” o “precios de verano”.

-¿Cómo ingresó  la colección de fotografías de Sivul Wilenski al acervo del Museo del Cine?

-La obra de Sivul Wilenski ingresó al Museo del Cine mediante una donación realizada en 1976 por su hijo Osías Wilenski, un reconocido compositor y director de cine argentino. Está conformada por 80 copias fotográficas en papel, en variados formatos de gran tamaño, y 2.040 negativos al gelatinobromuro de plata sobre placas de vidrio (placas secas), en formatos de 12 x 16 cm y de 9 x 11 cm. Según palabras del propio Osías, las fotografías donadas fueron seleccionadas por él mismo, de un archivo de miles de placas que, desafortunadamente, no fueron conservadas. La mayor parte de este material, al ser negativos de vidrio, son piezas originales y únicas, esencialmente objetos museológicos de importancia para la historia de la técnica fotográfica. Se trata de retratos de los años ‘30 y ‘40, dotados de una enorme calidad estética y documental. Entre los temas destacados se encuentran: retratos de artistas de cine, teatro, variedades, músicos, bailarines, escritores; escenas de teatro y fotografías de filmación, y el registro de la Exposición Colonial Internacional de París, realizada entre el 6 de mayo y el 15 de noviembre de 1931.

-¿Cómo trazaste el recorrido por su corta vida y su extensa obra?

-Tanto la investigación y digitalización, como el diseño del guión museológico fue un trabajo conjunto con Constanza Volpin y Victoria Alfonso. Una primera decisión fue centrarnos en el corpus de retratos de estudio de la colección. Existían también algunos negativos de registro de obras teatrales, rodaje de películas, una exhibición parisina y algunas fotografías personales. En un inicio, y a medida que íbamos digitalizando el material, la idea era armar una galería de retratos agrupados por el tipo de actividad artística de los retratados, tratando de visualizar los distintos abordajes estilísticos que observábamos.

 En el desarrollo de la investigación  de Wilenski fuimos encontrando datos desconocidos sobre  su vida y su trayectoria y nos pareció oportuno incluirlo en el recorrido. Sobre todo porque hay un círculo muy interesante que se abrió  con su llegada a la Argentina como actor de varieté y se cerró  con el éxito de su carrera como fotógrafo, centrada en darle visibilidad a los artistas en general, sin importar el tipo de arte en el que se desarrollaran. Por último, tratando con la materialidad de los negativos de vidrio y pensando en las posibilidades que abre una exposición en un museo se nos ocurrió aprovechar esta colección para mostrar las particularidades de este proceso fotográfico y contar el recorrido de las fotografías desde la toma en estudio hasta la difusión de las imágenes.

Fue importante en esta parte del recorrido abordar el tema del retoque fotográfico – o como nos gusta llamarlo, el antiguo Photoshop-, un arte en el que Wilenski fue considerado un maestro. Contamos con la muy generosa colaboración de la conservadora Clara Tomasini y de Alicia y Ricardo Sanguinetti, hijos de la fotógrafa Annemarie Heinrich, quienes prestaron algunos elementos originales utilizados por la fotógrafa para retocar sus negativos y copias, aportando riqueza a nuestro recorrido.

El fotógrafo, junto a algunos de sus retratados.

-¿El apartado artistas de artistas de variedades estuvo vinculado y fue una consecuencia de su pertenencia al teatro?

No podemos afirmar que haya sido una consecuencia directa, pero sin duda su experiencia en teatro afinó su sensibilidad a la hora de trabajar las puestas en escena de sus fotografías, de posicionar a los artistas delante de la cámara y de crear una iluminación escénica acorde a los retratados.

-¿Conocieron detalles de su vida privada?

-Hasta 1932 no tenemos muchos datos de su vida personal. Su primer estudio lo tuvo en calle Florida 118, en los altos de la mítica confitería L ‘Aiglon. Luego estuvo viviendo unos años en París, y al volver, en noviembre de 1932 contrajo matrimonio con la señorita Schura Shor, hija de una acaudalada familia rusa que emigró a la Argentina luego de la revolución de 1917. Con ella tuvo a su único hijo, Osías, el 2 de diciembre de 1933. Finalmente, y gracias al desarrollo de su carrera, mudó su estudio fotográfico a la Avenida Santa Fe 997, lugar en el que vivió con su familia hasta su muerte. 

Wilenski durante una muestra de sus fotos, circa 1930.

-¿Cuáles fueron las innovaciones de Willenski en relación a las técnicas de revelado y el photoshop?

La invención de los negativos al gelatinobromuro de plata sobre placas de vidrio, también conocidos como placas secas – material predominante en la colección Wilenski-, significaron un avance en cuanto a la fotosensibilidad de la emulsión comparadas con los negativos al colodión, permitiendo reducir significativamente el tiempo de exposición necesario. Al trabajarse en seco, facilitaron también la producción y comercialización industrial, favoreciendo un crecimiento exponencial del negocio fotográfico. La necesidad de modificar imágenes es tan antigua como la fotografía misma. Lo que hoy conocemos como Photoshop era aplicado en otras épocas de manera artesanal sobre las fotografías, mediante técnicas que requerían mucha precisión y destreza. Wilenski dedicaba mucha atención a la aplicación de correcciones directamente en los negativos, un arte en el cual se lo consideraba un maestro. Las técnicas de retoque fotográfico son un conjunto de procedimientos manuales que se aplican tanto en las copias positivas como directamente en los negativos para borrar manchas, líneas e imperfecciones de una imagen. Pueden ser divididas en dos grandes grupos: las aditivas, es decir, que añaden material como pigmentos, barnices, tintes, etc,  y las sustractivas, que eliminan densidad de la emulsión por medio de bisturíes, cuchillas, etc.

¿Y acerca del paso a fotografiar personajes para las portadas de la revista Sintonía?

-En 1933  fue convocado por Sintonía debido a su creciente reputación como retratista e ilustró durante años con sus fotografías el interior de la publicación y sus portadas, que se publicaban coloreadas. Su contratación fue anunciada desde las páginas de la revista con bombos y platillos. Creemos que el prestigio alcanzado por Wilenski en aquella época puede haber sido una de las herramientas utilizadas por Sintonía para posicionarse dentro del mercado de publicaciones modernas.

Desde el texto de sala del apartado “Retrato en estudio” enfatizaron la la importancia de la escenografía, el vestuario, el maquillaje y la pose en sus trabajos.  

-El vestuario y el maquillaje  son piezas fundamentales en la construcción del personaje que se buscaba representar para la cámara. Cumplían diferentes funciones según el retratado del que se tratara y la actividad artística a la que se dedicara. Por lo general, los actores y las actrices vestían a la moda del momento, con ropas elegantes Pieles, brillos, encajes y joyas para ellas, con hombros descubiertos, breteles caídos y un sutil aire de erotismo para las más jóvenes y atractivas. Sombreros, guantes y tules sobre el rostro creaban un aire misterioso y distinguido. Trajes cruzados, corbatas y sombreros para ellos; en ocasiones posaban sólo en mangas de camisa si lo que se buscaba era un look casual. Los artistas dedicados a las artes consideradas más prestigiosas, como la ópera o la música clásica, llevaban vestimentas más sobrias y solían tener un tratamiento más digno, sugiriendo una personalidad seria y concentrada.  En cambio, los bailarines, los cómicos y los intérpretes de variedades, solían presentarse disfrazados con los trajes propios de sus actos. La corporalidad como elemento fundamental en este tipo de actividades demandaba retratos de cuerpo entero, resaltados por vestuarios llamativos. En este variopinto conjunto pueden encontrarse mallas ajustadas y ornamentadas para patinadores, bailarines y contorsionistas; suntuosos trajes de bailaores y bailaoras; vistosos trajes de payasos, vestidos largos y fracs para bailarines de salón; disfraces de marineros, espantapájaros, soldados, indígenas; cuerpos cubiertos de pintura dorada, y actores con su rostro pintado de negro, en la cuestionada tradición del blackface norteamericano.(  El blackface consiste en una práctica considerada racista por la cual las personas blancas se “disfrazan” de negro, tiñendo su piel y exagerando rasgos que se atribuyen a los afrodescendientes.

Romina Spinsanti (quien trabaja en el Área de Catalogación del Museo y se formó en “Artes Combinadas” por la UBA) – cita textos del catálogo y afirma acerca de la construcción de las imágenes para artistas: “El escaso mobiliario que utilizaba era de líneas modernas y funcionales. Escaleras y tarimas permitían generar diferencias de altura en aquellas fotografías que reunían a dos o más personas. En retratos de plano medio o primer plano, en ocasiones incluía el uso de almohadones, telas texturadas, muñecos, y vasijas con flores, entre otros elementos que agregan dinamismo visual a la composición. En otros casos, los accesorios utilizados sumaban cierto simbolismo con respecto a la actividad o al carácter de determinado artista: instrumentos y partituras en el caso de los músicos, micrófonos para figuras de la radio, cigarrillos o pipas para acentuar rasgos masculinos y cierto aire citadino, flores para sugerir frescura y delicadeza, aros, pelotas y clavas de malabaristas Con respecto a los fondos, recurría a telas estampadas o texturadas, mantones, mantillas y rejas ornamentadas cuyo diseño sumaba complejidad a la composición, pero casi no hacía uso de los telones pintados. Pesados cortinados,  cortinas de caña, persianas venecianas completaron el stock de accesorios utilizados de fondo. Un espacio plano, con dos áreas diferenciadas en blanco y negro y divididas por una línea vertical u oblicua creaban un ambiente de modernidad. Pero la estrella del estilo Wilenski fue la proyección de sombras fuertemente definidas sobre una pared desnuda, sobre la que a veces la luz destacaba la textura irregular. Aislado sobre un determinado espacio de la imagen, o abarcando todo el fondo, el trabajo con claroscuros fue, sin dudas, la marca de su estilo.  Tenía la ventaja de trabajar en su mayoría con personas habituadas a los escenarios y a la exposición a la mirada ajena. Eran clientes cuyo oficio implicaba saber cómo proyectarse frente a la cámara, que hacía las veces de público. En muchos de ellos puede observarse cierta naturalidad en la pose, algo no tan fácil de lograr en los retratos fotográficos. Wilenski además era un intuitivo que sabía muy bien cómo posicionar a sus modelos para destacar sus rasgos y hacer aflorar algo de la personalidad única de cada uno. Acentuaba especialmente el brillo de ojos y cabellos, y acostumbraba incorporar el uso de las manos de manera expresiva. Algunos posaban mirando directamente a cámara, otros desviaban la mirada tímidamente hacia abajo, o hacia arriba de manera soñadora, o miraban con determinación hacia fuera de cuadro. Las expresiones faciales también variaban: sonrisas seductoras o cándidas, gestos adustos y concentrados, muecas y morisquetas desfilaban en un sinnúmero de emociones representadas.

Las estrellas también se construían desde la imagen misma. Hay dos factores que convivieron en su composición: uno de ellos es el primer plano del rostro, y el otro la iluminación. Esto es así en lo que respecta al lenguaje cinematográfico, pero también es posible observarlo en los retratos fotográficos. Wilenski utilizó ambos elementos en sus composiciones. Con frecuencia, una iluminación cenital creaba marcados efectos que iban desde lo dramático hasta lo sensual. Todo aquello que no podía ser controlado durante la toma, era luego corregido mediante retoques en los negativos. Desaparecen pequeñas arrugas y líneas de expresión, zonas oscuras debajo de los ojos, pecas y manchas, logrando una piel de aspecto claro y aterciopelado. Las pestañas se volvían más tupidas, las cejas delineadas y el contorno de los cuellos más estilizados. El humo de los cigarrillos eran dibujados en trayectorias imposibles, trazando líneas que seguían prolijamente los contornos de los rostros para no taparlos”.

Las imágenes son una gentileza del Museo del Cine, Pablo Ducrós Hicken @museodelcineba

Bonus track

Interactuando en el simulacro de un estudio fotográfico dispuesto para la interacción del público.
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