Es el librero más excéntrico y erudito de Buenos Aires, experto en primeras ediciones de poesía, narrativa y filosofía. Dueño de una barba renacentista y punk, relata la construcción de su atuendo favorito inspirado en la contratapa de un disco de Chet Baker. En mayo y en el Museo de Lengua se inaugurará “Infieles”, una muestra curada por él que reunirá a artistas que conforman obra en diversas disciplinas.

“En 1996 el sello Timeless Records publica “As time goes by” de Chet Baker. Como fan irreductible e inclaudicable, fui corriendo a comprarlo a Minton’s la mítica disquería especializada en Jazz que en ese momento funcionaba en Belgrano. No voy a hacer crítica musical; solo voy a decir que es un disco absolutamente genial. ¿Por qué cuento esto? La contratapa del CD venía con una foto. LA foto. La mirada melancólica ,anestesiada de Baker, apoyado levemente en su trompeta, envuelto en una campera marrón más un foulard amarillo rodeándole el cuello.
A lo largo de los años, vi y aprecié miles de fotos de Chet. Pero esta desprendía una atmósfera diferente, la veía como una especie de Ars poética, de manifiesto artístico. Joven como era, y obnubilado con el Jazz y toda su aura cool. Siempre fui habitué de la Galería Quinta Avenida, con su ropa de segunda mano, su olor a naftalina y sus penumbrosos negocios, atendidos por gente indescifrable y magnetizadora.

Varios años me llevó la búsqueda, hasta que por fin apareció en el local de Sandy, una chica trans genial y una de las personas con mejor gusto por la ropa. Ahí estaba: cuello abotonado, bolsillos con solapa. Y el foulard, impecable, como nuevo. Ya pasó mucho tiempo. Por una cuestión de afecto o de nostalgia, todavía conservó ambas prendas. Pasaron días , pasaron noches que se hicieron días Y con ellos esta historia que termina acá”.
