Una colección de dijes, amuletos cadenas y aros bañados en oro y plata que recrean formas orgánicas.

Luego de trabajar durante dos décadas en estilismo para editoriales y campañas para firmas de la industria, Clarisa Furtado creó una colección de joyas que se hace eco de su gusto por las asimetrías.
Acerca de la galería de influencias en su colección que empezó a tomar forma en 2019 y se compone de cadenas largas y cortas bañadas en oro y plata – atención a los eslabones estilizados que recuerdan a alfileres de gancho y otros instrumentos de costura- plus un kit de ornamentos a los que denominó “cangrejo, tortuga, caracol, piedra o mar”, sentencia Clarisa: “Considero que tiene mucho que ver con lo que me rodea, desde un cangrejo que encontré en la playa de Mar de las Pampas a los caracoles que juntaba en la infancia con mi mamá y aún hoy permanecen en containers y frascos de su casa”.
Y acto seguido, agrega:”Soy muy visual, lo mío pasó por ver referencias, siempre seguí un método que consiste en recopilar imágenes de libros y de revistas de moda para luego armar carpetas y editarlas para matizarlas con las tendencias”. En medio de la vorágine entre las producciones para revistas , las campañas y los comerciales, Clarisa empezó a tomar clases de joyería como un descanso de sus vertiginosas rutinas con la experta en joyería Mai Solorzano. En el atelier de la maestra y joyera mexicana situado en Colegiales, las clases transcurrían en calma, sin otra prisa que el el aprendizaje de las técnicas . Allí acudió dos veces por semana durante tres años ; cada asistente trabajaba en su proyecto propio y juntas compartian el ritual del té ante la mirada atenta de la experta.
–Cómo tradujiste las referencias de las temporadas y díctámenes de colecciones a las influencias para las joyas?
– Dispuse un storyboard y un mood de inspiración con imágenes de piedras semipreciosas y preciosas, primeros planos de caracoles y moluscos, tomas de naturaleza marina de esculturas, de ánforas de cobre, diversos usos del color aplicado a ornamentos, cerámica, planetas, laca japonesa , el imaginario de Egipto, algunas joyas de los años 70 junto con imagenes del espacio.

–¿Cuáles fueron tus primeros desarrrollos?
-Hice el camino que hacen todos los joyeros. Para hacer las joyas primero tuve que hacer mis propios moldes y tuve la ayuda de mi hermana escultora, quien me enseñó a hacerlos. Por otro lado me llevó mucho tiempo encontrar los proveedores del oro con tonos que más me gustaran, me inclino por el oro viejo o el oro rosa (aunque al comienzo elegí una tonalidad que daba muy anaranjada). Las joyas requieren de conocimientos técnicos, lleva hasta seis años aprender a soldar y hacer cadenas. Me gustó mucho empezar a aprender de nuevo, pero luego de tres años de taller debí hacer una pausa por una enfermedad de mi pareja. Unos años más tarde y con su salud recobrada retomé las clases en el Taller Eloi.
¿Podés establecer analogías y diferencias entre el estilismo y la joyeria?
-El trabajo de estilismo y la producción de modas dictamina que tenés que correr todo el tiempo, pero el l diseñar joyas tiene otro ritmo, implica respetar el proceso que pide cada joya. Descubrí que ese era mi ritmo y que durante muchos años lo había forzado. Por otro lado durante los viajes para las campañas (de las marcas Wanama a Lázaro) viajé a lugares que tal vez nunca hubiera conocido: Marruecos, Los Angeles, París, Nueva York.
Otras influencias que se perciban en su incipiente pero madura colección remite a otro deleite y descubrimiento anclado en su infancia. “A los ocho años descubrí las revista Vogue en sus ediciones Italia y Francia durante las vacaciones en un campo de familiares, allí todo era muy glamoroso. Observaba los diamantes y las esmeraldas, luego supe que las fotografias pertenecían a Helmut Newton y Guy Bordin.”
Durante su oficio de estilista las joyas y los accesorios fueron items de rigor en su construcción de estilos. “Siempre me gustó hacer un equilibrio entre la alta costura y algo más casual . En mis producciones siempre me guié por esa ecuación pero nunca escatimé el uso de accesorios”.
Ante una industria de la moda local que parece repetir colecciones y regirse por dictámenes del marketing y la escasez de insumos, desde Clarisa Furtado Jewelry proyecta nuevos modos para su joyería. Así como se desplaza con los aros de los que penden perlas, los dijes tan orgánicos como brutalistas y las cadenas diversas envueltos en antiguas servilletas de hilo bordadas, otro gesto artesanal remite al logo que fue desarrollado por el estudio de diseño gráfico Paula Castro y para exacerbar el gesto de lo hecho a mano.


Su taller funciona en la casa de su madre y el que fuera el cuarto de su infancia, cercano del departamento que comparte con su pareja, el periodista y escritor inglés James Marrison

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