En el contexto de “Los 80, el rock en la calle”, la muestra que el Museo Histórico Nacional-Defensa 1600- exhibe hasta el 30 de mayo se puede indagar en vestimentas que ilustran la construcción de estilos en el rock argentino entre 1982 y 1990.

“Una idea central de la curaduría fue reflejar la explosión de producción musical de los 80 desde la exhibición de una cantidad casi desmesurada de objetos. Las premisas curatoriales reflejan la intensidad cultural en el contexto de una sociedad que descubrió la democracia, mientras lidiaba con la herencia de la dictadura y sufría una larga crisis económica. El recorrido narra el despegue de los años 82-83 y la expansión posterior, presenta a las bandas y los solistas que ocuparon el centro de la escena, y a quienes se destacaron en el under”, argumenta el historiador Ricardo Watson, uno de los curadores de la muestra que reúne instrumentos, letras manuscritas, afiches callejeros, volantes, discos, diseños, dibujos, videos, revistas y fanzines. Su cómplice es Gabriel di Meglio, el director del Museo. Otra curaduría fundamental implícita en la muestra corresponde al fotógrafo Aspix, quien reunió y editó cientos de imágenes provenientes de los archivos fotográficos de quienes documentaron conciertos de rock y realizaron portadas para discos.
El apartado grandes éxitos de la moda que se percibe en el recorrido remite a dos camisas diseñadas por el artista Rodolfo Azaro por encargo de las cantantes Celsa Mel Gowland e Isabel de Sebastián ,un blazer negro de Charly García , diseñado por la vestuarista Sonia Lifchitz , un mameluco de Daniel Sbarra, algunos trajes de Los Twist y vestidos de impronta pop urdidas a la medida de los demos de Viuda e Hijas de Roque enroll por la vestuarista Viviana Santamarina.
Acerca de unos y otros rescates se puede afirmar que las camisas respondieron a la premisa de que cuando Celsa e Isabel abrieran sus brazos sobre el escenario. conformarán un rectángulo similar a la tela del cuadro de Azaro que reprodujo el disco “Cemento de Contacto” de Metrópoli; mientras que Charly García usó el saco pintado a mano con representaciones del sistema solar en varias ocasiones desde que lo estrenó en 1987 para los conciertos de “Parte de la religión”,
El saco rojo con puños negros vinculado con la ropa de cacería fue vestido por Daniel Melingo en la contratapa del disco “La dicha en movimiento”. Por otro lado, un mameluco diseñado por Adriana San Román para la presentación de disco “Locura”, que emerge en un exhibidor y gracias al préstamo de Daniel Sbarra ilustra la modernidad de la banda de Federico Moura,
Los lazos de los músicos de Virus, en especial de Federico con San Román, fueron una consecuencia del gusto por una línea de ropa para mujer que Adriana diseñó junto a Noemi Vázquez Roselli, Lo primero que cautivó a Federico fueron unos pantalones escoceses y una remera con escote bote en una tela calada. Esos mamelucos se habían inspirado en una prenda foránea que San Román vio en la modelo Laurence Augé, quien fuera novia de Marcelo Moura. “El original era un mameluco en tono azul petróleo casi como de laburo, con tachas, era tan lindo que Adriana lo replicó para todos” contó Marcelo Moura
Una pieza arty realizada por Marina De Caro para Hilda Lizarazu reúne Polaroids y Kodaks. con retratos, fotografías de recitales o en Nueva York de la cantante de Man Ray y fotógrafa , otra es el vestido de hule rosa con estampas floreales que acompaño la estética provocadora de Bay Biscuits, una banda en la que se alistaron Fabiana Cantilo y la directora de teatro Vivi Tellas; también los trajes de goma eva que hicieron de manifiesto pop para Viuda e Hijas y un par de botas de gamuza negra de Sandra Mihanovich.
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El apartado camisas remixa un modelo beige con estampas negras provenientes del placard de Mario Siperman, tecladista de Los Fabulosos Cadillacs con otro modelo de apariencia tropical y minimalista con la etiqueta Lucky Beach; la prestó el músico Adrián Otero y ostenta guitarras acústicas. O bien la icónica camisa blanca con bordados en tonos negro y rojo que Gustavo Cerati usó en un multitudinario concierto en la Avenida 9 de julio. Pero la pieza rara avis de la exhibición es una valija de procedencia italiana que el músico Luca Prodan trajo consigo desde Londres cuando se radicó en la Argentina. Contiene varias prendas de su guardarropa y algunos objetos y fue prestada para la muestra por Andrea Prodan, el hermano del músico de Sumo.

Acerca de semejante hallazgo “el objeto más impactante para los visitantes a la muestra”, el curador comenta: “Andrea Prodan nos mencionó que tenía una guitarra para prestarnos y cuando fuimos a verlo en su casa de Traslasierra nos contó acerca de la valija que hacía poco tiempo había recibido de parte de la familia de Timmy McKern. La habían encontrado en un altillo de la casona de Hurlingham y luego de un tiempo de preguntarse por su procedencia lo contactaron y comprobó que eran las ropas de su hermano, Considero que simboliza a Luca como el último inmigrante, un chico de veinte y pico de años que vino a la Argentina con su valija buscando otro futuro lejos de la adicción a la heroína”.
Una ficha técnica del vestuario inédito de Luca remite el objeto más impactante para los visitantes admite un pantalón carpintero Lois (logo con un toro con la divisa clavada en el cuello) , un jean Wrangler, un pantalón beige de etiqueta Chelson, una camiseta escocesa Niku, un pantalón de corderoy beige sin etiqueta, cuatro medias y un jean “Querry”.”La camisa tiene un remiendo-parche, recortaron la cola que hace la camisa en el bajo de la espalda e hicieron coincidir las rayas a la perfección en el agujero del frente. Un caso más de ropita de apego, de esas que no podés desprenderte”,
En conjunto la muestra desafía la idea del cuero negro cómo única estética del rock, si bien se pueden apreciar tanto una cazadora de Ataque 77 como otra chaqueta negra y rojo de Miguel Cantilo.




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Es vox populi que la Bienal de Arte Joven ilustró los nuevos modos tras el regreso de la democracia y el inicio de una nueva generación de diseñadores , en el Museo Histórico está representado por una falda verde de Gaby Bunader con técnicas de reciclaje y un vestido amarillo corto con la impronta de materiales sintéticos y orificios según Andrés Baño; uno y otro fueron también prestados por Celsa Mel Gowland quien los había modelado en la Bienal realizado en el Centro Cultural Recoleta y unos años más tarde los rescató para presentaciones en vivo.
Por otro lado, las representaciones de la estética de comienzos de 1990 se pueden vislumbrar en maniquíes cual muñecas de papel que reúnen tanto un conjunto de saco y pantalón provenientes de ferias usados por Los Auténticos Decadentes en la portada del disco “El milagro argentino (1989), las bermudas urdidas en peluche y sacos con cinta silver junto a un tocado de Los Brujos, todo ideado por Vero Ivaldi para la banda, y un enterito de jean pintado a mano, que Adrián Dárgelos alguna vez usó en los inicios de Babasónicos.

Sentencias de las museógrafas: Mariana Silva, experta del Museo Histórica Nacional, destaca: “La exhibición buscó representar la escena rockera de los 80 desde aquellas figuras consagradas hasta el under, los públicos, la industria, la prensa. La estética de la época se trabajó de manera global. Es esa confluencia de una espacialidad diseñada con los objetos y fotografías seleccionados la que hace un todo que permite que quienes visitan la exhibición refieren, una y otra vez, la idea de viaje en el tiempo. Las piezas textiles son entendidas como objetos que conforman parte de la identidad de cada grupo o solista, como testigos de la creación musical o icónicos de un recital” Mientras que Cristina Quiroga, del Museo Nacional del Traje, concluye: “las vestimentas son el claro testigo de su momento histórico. Desde su génesis hasta su total destrucción van impregnándose de la temporalidad, envejeciendo, degradándose, modificándose por los cuerpos que la visten y por los momentos de uso. La indumentaria es una parte del atractivo de la muestra”.
