El diseñador artesano detrás de Bastardo BA

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Una conversación en el estudio de Marcelo Yarussi acerca de los procesos de realización de carteras y guarda valores en cuero.

Por Sara Peisajovich

Oriundo de Juan José Paso, una localidad de la provincia de Buenos Aires que tiene apenas un
poco más de dos mil habitantes, Marcelo Yarussi migró hacia la Capital Federal con dieciocho
años y una certeza: llegar a la gran ciudad y embeberse de sus encantos.
Amante confeso de la gastronomía y poseedor de una mirada atenta, el diseñador de
indumentaria que en 2013 ganó el Semillero UBA pasó sus primeros años capitalinos rodeado
de cocinas y de viajes a la Ciudad Universitaria. Disfrutó de sentarse en las escalinatas de la FADU
para observar los looks que iban y venían por los pasillos atestados de maquetas y telas.
Un flaneur pero en clave siglo XXI. Aquel que en palabras de Baudelaire se encarnaba en un
paseante apasionado que contemplaba el mundo a su alrededor haciéndose uno con la
multitud, pero pasando inadvertido, dejando de lado el dandismo para observar y no ser
observado, para perderse y volverse a encontrarse.

Carteras “lazo” Foto: gentileza Bastardo

Yarussi confiesa: “A mí me atrae el tumulto y la gente. No bien me mudé a la Capital era un placer ver pasar la gente y contemplar sus vestimentas”.Los encuentros con colegas, amigos y amigas son su plan favorito. No sólo para compartir el día a día, los procesos de trabajo o los proyectos, sino para el agasajo y el disfrute. La noche lo convoca a desplegar sus dotes culinarios y armar comunidad.

Luego llega el día y, vistiendo alguna prenda al revés (su marca registrada), el oficio le demanda plena
disposición para crear las mochilas, carteras, riñoneras y los guarda valores que completan la
línea de Bastardo. Si bien admite no usar sus creaciones, presta especial atención a los usos y
las necesidades del día a día para ofrecer a los clientes lo que considera que necesitan.

¿Cómo surgió Bastardo?
Después de presentarme en Semillero en 2015 me insistieron para que participe de BA MODA y sentí que tenía que hacerlo, pero a la vez sabía que no quería dedicarle mucho tiempo. Ideé la colección “Ensayo” en un día y eso fue lo que presenté. Parece que había algo interesante en el proyecto porque mientras estaba de viaje me llamaron para contarme que había ganado. Así que volví y armé la colección. Fue mucho stress porque en ese momento no podía hacer todo solo. Ahora sí, hago todo solo, pero porque es un área que manejo y conozco y me gusta y no son volúmenes exorbitantes. Luego ya me metí de lleno con los accesorios, sentí que estaba capacitado para encarar mi propia marca. Si bien en ese momento todavía no podía vivir del diseño, de a poco me fui metiendo más y lo que me impulsaba era que soy medio solitario para trabajar, entonces lo que quería era trabajar solo y arrancar el proyecto propio. 

El gesto manual omnipresente

¿En la actualidad también disfrutás de ese modo de producción?

Sí, hoy estoy muy contento con la forma que tiene, es muy artesanal. Trato de tener conciencia del producto que hago, que sea atemporal, que dure en el tiempo. Desde lo más primario, hago las compras con la bici, voy a buscar el cuero, vuelvo, lo proceso hasta transformarlo en un producto y así todas las semanas. Hay algo medio creativo que se me viene haciendo cosas y a la vez acobardándome de hacer otras cosas, entonces, algunas sobreviven en el tiempo y con otras me aburro de hacerlas y no las hago más. El contacto con los vendedores me resulta fundamental, descubro colores, nuevos tipos de cueros, y eso potencia lo creativo y también en la prueba, en el hacer. Cada material funciona de una manera y requiere un molde nuevo o una nueva idea o dispara una nueva idea. También de mirar moda o incluso hay una cuestión autorreferencial muy presente. En una época yo hacía boxeo y algunos productos tenían forma de la bolsa de box. Lo vivido se plasma y lo creativo viene de diferentes lugares. 

Yarussi se describe como un diseñador disciplinado y experimental, algo primitivo, artesano desde su base, desde el hacer. El presente lo encuentra sirviéndose de la herencia de tomar lo cercano para transformarlo en objetos, la madera, el metal, el cuero. Se apoya en sus bases, en lo que incorporó en la infancia y lo configura con seguridad, apuntando a un modo de hacer justo, honesto y simple. También se sitúa en un lugar de mercenario y de comerciante, dedicándole el cien por cien a su marca para que funcione. 

Fotografía de Victoria del Sel. Gentileza: Marcelo Yarussi.

¿Te hace ruido tu posición de mercenario en la industria de la moda?

No, cero. Porque el mercado atraviesa al diseño y creo que, en sintonía con la sustentabilidad, habría que dejar de fabricar por mil años, pero a la vez tenemos una realidad que te dice cada seis meses que lo que tenés no se usa más y debés salir a comprar otra cosa. Esa obsolescencia programada de los objetos está ahí y es esa la falla. Mi materia prima es el cuero, yo veo en el cuero un producto muy duradero, que al mismo tiempo es el desperdicio de otro. Muchas veces pensé cómo salir del cuero, pero las opciones que hay en el mercado por ahora no me resultan, porque es un producto que se rompe en un año, porque ese material es un derivado del petróleo… Las cuentas me siguen llevando al cuero.

La problemática de lo sustentable y lo sostenible ya está abonada en la agenda del diseño a nivel mundial. Las posibilidades de crear un producto que no impacte negativamente en nuestro entorno, ponga especial cuidado en su mano de obra y reduzca los monstruosos índices de contaminación ambiental sin perder de vista su potencial atractivo comercial, se escurren como el agua, otro factor de la lista a atender. Sin embargo, es menester no darse por vencido y generar lazos que reivindiquen el diseño en clave nuevo lujo. Y ahí está el quid de la cuestión, cuál es el modo en que un diseñador puede dar respuesta a la crisis medioambiental, si ni Stella McCartney con todo su capital cultural y económico encuentra el antídoto, ¿no será apuntar a pequeños gestos, actos, decisiones, lo que decante como la forma de cuidar a la madre naturaleza? Al respecto, Marcelo Yarussi parece comprender la dimensión del oficio y las posibilidades de gestionar que se tiene como creador de marca.  La voluntad radica de una convicción casi instintiva del modo de habitar

“Mi modo de producción es Slow Fashion. En mi marca todo el proceso de producción es visible, no hay nadie más que yo trabajando para Bastardo. Vos venís acá y ves el taller, me ves armando tu cartera, es una garantía de por vida. Antes de despedir a los clientes les digo que si le pasa algo al producto lo traen y lo arreglo. Me pasa que a veces viene gente con productos viejos y quizás a ese modelo ya lo pensé varias veces y les pido permiso para arreglar lo que tal vez no funciona tanto. Mi forma de visibilizar el proceso tiene que ver con la sostenibilidad, mis productos están pensados y confeccionados para que duren, para que puedan ser usados por mucho tiempo. Lo diferencial creo que tiene que ver con el proceso y de eso deviene la simpleza del producto, que a su vez tiene que ver con la monotonía del hacer. 

Las sogas en colores primarios como ornamento de las carteras baguette y brioche

-¿Cómo visualizas el futuro de la marca?

-Siempre coqueteo con abrir un local pero luego no sé, quizás en algún momento me gustaría que sea un proyecto donde pueda viajar e instalarme en otro lugar para crear desde ahí. 

-¿Dónde sería?

-París es una ciudad que me encanta. México también me atrae.

 – ¿Qué se viene para el otoño desde tu estudio?  

-Estoy armando una colaboración con la marca Bowen, con algunos productos de cuero y una pequeña línea de indumentaria que saldrán en invierno.. Suelo usar la ropa al revés, no sé bien por qué, y llevar ropa cómoda. Me propusieron hacer una línea donde refleje un poco mi persona en esos productos. Me gusta la estética de la marca y me copó que sea una cápsula. 

¿Y para Bastardo?

-Creo que lo nuevo irá saliendo a medida que vaya haciendo. 

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