Músico y compositor, sus singulares conciertos y acciones sonoras transcurren tanto en parques de Buenos Aires o Berlín, en clubes de Japón o en diferentes festivales alrededor del mundo. Los efímeros y Persona 5 (la banda sonora del cortometraje dirigido por él), son algunos de sus discos más recientes. Así como desde el sello Metamúsica publica obras propias y ajenas, desde 2013 su música se amplificó a partir de un contrato con el sello discográfico japonés Flau Records. Ulises Conti comparte en especial para El Placard de La Memoria algunos textos alusivos a sus rituales.


DDR
Cualquier día, sin una razón determinada, abro el placard de mi cuarto.
Saco dos pares de zapatos originales de la DDR que descansan en una valija de cuero negro donde guardo la herencia que dejó mi padre:
una cámara de fotos,
un revólver
una tijera
dos relojes chinos
dos frascos de colonia barata
un llavero que dice “Angel de la guarda”
un ventilador
y una foto suya andando en moto cuando era joven.
Me pongo sus zapatos soviéticos y salgo a caminar.
Antes de su muerte, y desde Nueva York escribí el siguiente poema:
“Un hombre prehistórico”
Mi papá tiene los pies de un hombre prehistórico,
Cuando era joven arreglaba autos y motos de carrera
Cuando yo era un niño me gustaba colgarme
de su espalda
Y jugar a que él era el Increíble Hulk y yo su enemigo.
Años más tarde cuando fui adolescente
El y yo fuimos enemigos de verdad
Pero después de un tiempo intentamos reconciliarnos
Y empezamos nuestros silenciosos paseos en bicicleta.
Ahora que él es viejo
Somos buenos amigos otra vez.
Lo recuerdo en la playa de espaldas al mar
Con su torso desnudo y los pies hundidos en la arena
Dejando las huellas de un gigante.
Nació, vivió y trabajó toda su vida en el mismo lugar
Como un buen hombre prehistórico debe hacerlo.
Ayer fui a su casa a visitarlo.
Cuando estábamos almorzando
me incliné a recoger algo del piso
Ahi justo debajo de la mesa vi sus pies descalzos
Eran los pies de un hombre prehistórico.

Kimonos y buena suerte
“A partir de mi primer viaje a Tokio todo cambió. Después de eso, seguirían muchas otras
ciudades y conciertos por Japón. A cada lugar que llegaba, alguien del público me regalaba un
kimono, como si fuera una fiesta sorpresa de algún dios prohibido que trabaja conmigo.
Desde entonces conservo una pequeña colección que se expande entre mis mejores amigos y
las personas que más quiero. Los entrego como si fueran secretos al oído de un mensaje que
debe llegar a un lugar desconocido. Los mejores días de la vida, al lado de mi hijo recién
nacido y su madre”.

Un pañuelo blanco en Saint -Tropez
Después de una intensa temporada de trabajo en Marsella y hacer un especial para Radio France, llamado
Temporariamente agotado, de Lola Arias, descubrí la magia del Radio Teatro, como si fuera el tesoro de un género secreto. Al día siguiente decidí tomarme unas vacaciones en Saint-Tropez. Al llegar al famoso balneario de las estrellas en la época dorada de la Costa Azul, lo primero que hice fue dejar en el hotel mi pequeño equipaje y correr a tomar una copa de vino blanco a la puerta de cualquier bar cercano a la playa. Como si fuera una película de Jacques Tati, ocurrió lo siguiente: El perro de una mujer sentada al lado mío, tuvo un ataque de locura canina y atado a una silla del bar, se escapó ladrando incansablemente, esquivando los autos que pasaban a toda velocidad por la avenida. Es una imagen muy difícil de proyectar. Nunca volví a ver algo parecido. Pocos minutos después, estaba dentro del mar tomando un baño desnudo, cuando sentí que algo me rozaba la pierna, tuve el instinto de estirar la mano pensando que alguna planta marina o medusa me había interceptado, sin embargo enseguida me di cuenta que no era nada de eso, sino un pañuelo blanco con pequeños ornamentos azules que emergía del mar y llegaba hasta mí. Llevé ese pañuelo en mi cuello todo el verano, como una mujer rubia, como la correa de un perro maldito.
