El acervo de Simona Martínez Rivero

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Eximia estilista y curadora de modas, vestuarista de cine, su nuevo interés consiste en estudiar música y los autores del romanticismo.

Simona Martínez, musa y estilista de Kelo Romero, con el Vestido Gran Cacerolazo

Un tríptico de vestidos diseñado por Kelo Romero

En 2001 pasé unos días de visita en la casa del Bronx de mi amigo, el diseñador Kelo Romero. Una mañana tomamos el tren a Manhattan para comprar mi primera Olympus digital.  Mientras volvíamos, Kelo me comentó el impacto que le había producido a la distancia la crisis económica, social y política  y las consiguientes manifestaciones populares que se estaban dando en Argentina. Su idea era poder trasladar ese impacto a formato de indumentaria. Recorrimos los locales de ropa de segunda mano de su vecindario,  Kelo seleccionaba cuidadosamente las prendas que se iban a transformar en obras de arte portables. Su maestría aplicada al reciclaje de esa ropa, las costuras expuestas, la hilacha exhibida dio como resultado un tríptico de vestidos a los que llamó Libertad, Cacerolazo y Gran Cacerolazo. Esa misma noche hicimos una producción casera, snap shots para probar la Olympus, yo hice de modelo, Kelo armó los decorados y dirigió mis movimientos. Los vestidos vinieron conmigo a Buenos Aires, los conservo, los uso y cada vez que los llevo me paran en la calle para preguntarme dónde conseguí esa maravilla.  

Una falda tableada de organza escocesa y un perfume para Nina

Cuando me tocaba viajar a París no podía negarme a traerle a Nina, mi mamá, la fragancia favorita desde su juventud: L’Air du temps de Nina Ricci. Fue en uno de esos encargos que encontré en la tienda Ricci una liquidación de prendas de desfile y prototipos. Conseguí la falda de organza con tiro alto, tablas anchas, peso plumísima. La usé para todo andar con un suéter oversized de hilo blanco, medias opacas y borceguíes negros de caña alta. Es un must have que todavía sobrevive al paso de los años.

Un vestido Calvin Klein para ir a la Filmoteca

Adquirí el vestido tejido entallado de Calvin Klein en 1988. Me gustó el color, un verde ni muy fuerte, ni muy suave. Recuerdo haberlo usado en una función de la Filmoteca que organizaba Fabio Manes en algún cine de la zona de Tribunales para un escueto grupo de amigas y amigos. Las funciones comenzaban siempre con un episodio vintage del noticiero “Sucesos argentinos” para luego pasar a ver alguna joya cinematográfica clase B o rareza total. Fabio siempre halagaba mis looks y esa noche le rindió especialmente el Calvin que combiné con medias bucaneras de lana negra, zapatos chatos y un tapado de paño gris  largo hasta el suelo con hombreras enormes.

Una chaqueta Facchinelli para el look “Evita meets Wong Kar-Wai”

La chaqueta bonsai en shantung de seda natural es de la diseñadora María Marta Facchinelli, tiene un corte y un fit divino. Ha resistido  varios  traslados apretujada en valijas, siempre  sigue impecable.  La usé en la inauguración del espacio de la revista Dazed and Confused en Seúl en 2009. La consigna era ir vestida con alguna característica diferencial del país de origen. Me armé un look “Evita meets Wong- Kar-Wai” compuesta de chaqueta Facchinelli, blusa de seda verde jade, pantalón años ’40 y plataformas; por supuesto con un prolijo chignon, uñas rojas y accesorios ad hoc. Fue un éxito, todos los invitados, sin excepción, conocían a Evita.

Chaqueta negra de seda natural que la estilista lleva en sus viajes. Diseño de Fachinelli

Un recuerdo de La Habana

 La clásica camelia blanca, aún aguarda ser usada, todavía no encontré la ocasión. Fue un  souvenir recibido en el desfile de Chanel en La Habana y evoca recuerdos, autos descapotables, risas y mucha música.

El kit- souvenir de la presentación de la colección resort Chanel en La Habana. circa 2016

El elogio a las camelias por Coco Chanel en la pizarra de la estilista
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