Poncho

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Detalles de los ponchos exhibidos en la muestra Poncho, Territorio y cultura”,

Apodado” haragán” porque su morfología effortless difiere de los ropajes aptos para oficios, el poncho se erige como una prenda ineludible para suavizar los fríos invernales. Uno de los primeros indicadores del revival de los ponchos según los dictámenes de la moda mainstream circa 2010 (porque en los sixties tanto Yves Saint Laurent como la vestuarista Bonnie Cashin flirtearon con su estética folk) remite a los diseños con las iniciales de su usuaria impresas a modo de guarda que impuso Burberry Prorsum, los ponchos tejidos con los zig zags de Missoni o los de Marc Jacobs que las cadenas del fast fashion no demoraron en replicar.

Pero todo cambió desde que los artesanatos comenzaron a ser puestos en valor por las industrias culturales. En 2018 en la Argentina desde el Museo Parlamentario, treinta y cinco ponchos compusieron la muestra “Poncho, Territorio y cultura”, curada por la experta Roxana Amarilla; unos y otros se agruparon según ostentaran fibras naturales de llama, lana de oveja, 100 % vicuña, remixes con hilados semi- industriales y las variopintas técnicas textiles implícitas en sus urdimbres (del telar criollo al witral, pasando por los telares traídos por la inmigración europea del siglo diecinueve). En conjunto enfatizaron la producción contemporánea de las artesanas mapuches, las artesanas no indígenas, las artesanas migrantes y otros trabajadorxs que incorporaron el oficio mediante plataformas de capacitación.  Entre los ponchos urdidos por las artesanas se destacó en el Museo Parlamentario la urdimbre del poncho a rayas en color “lomo y panza del animal” con la impronta de Santos Eladia Gutiérrez, la artesana premiada en la “Fiesta Nacional del Poncho” que cada año y durante julio se celebra en la provincia de Catamarca. y también las creaciones de  Guillermina del Valle Zarate .

Las señas particulares y las fuentes eruditas para un glosario del poncho no pueden omitir las afirmaciones sobre medidas y materiales que se desprenden del libro “Ponchos del Río de la Plata”. Allí la doctora en historia y estudiosa de los textiles Ruth Corcuera señaló; “si bien en el 1800 hubo en Buenos Aires un furor de pequeños ponchos peruanos –cinco mil piezas–, su habitual morfología remite a “una pieza rectangular de 1,80 x 1,40 con una abertura en el centro que permite al usuario inclinarlo sobre su cabeza o bien dejarlo caer sobre los hombros”. Agregó que como consecuencia de sus raíces indígenas y su posterior popularidad entre los europeos constituye una prenda mestiza.
En 1954 María Delia Millán de Palavecino se anticipó cuando describió al poncho del siguiente modo: “Se compone de dos pedazos de siete pies de largo ppor dos de ancho cosidos entre si con un hueco en la cabeza” y advirtió que aparecieron referencias a los ponchos en algunos documentos del siglo dieciocho anteriores a la Independencia”. Por otro lado el historiador Juan Carlos Garavaglia ( 1944-2017) , autor de 26 libros señaló que “en las culturas andinas prehispánicas existían piezas muy parecidas, pero desconocemos su nombre. “La denominación poncho, ponthro, aplicada a este artefacto de lana cuadrangular con una abertura en el medio, bien podría ser de origen mapuche- aún cuando esa pieza se llama en realidad makun-. siendo ponthro el nombre reservado para las frazadas”.
Otra viñeta se desprende del libro “Pilchas criollas” el clásico del historiador uruguayo Fernando Octavio Assunção (1931- 2006), quien manifestó: “Salvo para lucirse, paquetear, o antes de arribar a una casa conocida, cuando lo llevaba sobre el caballo en espera de que le secase después de una lluvia, iba siempre el hombre de a caballo cubierto con su poncho, la más de las veces hecho en los telares de la provincias de arriba, llamado cordobés, santiagueño, balandrán y vicharí. Para pelear a duelo de cuchillo lo arrolló en su antebrazo izquierdo para que le sirviera de protección”. Para ahondar en los ponchos implícitos en la historia argentina, se recomienda el libro “Ponchos/ Instrumentos Musicales”con textos de Inés van Petenghem, Walter del Río y Juan Francisco Jiménez , editados en 2021 por el Museo Histórico Nacional. Dan fé de los ponchos preciosisas que en la colección: de los ponchos en seda, lana y algodón de Juan Francisco Seguí, a los Justo José Urquiza, los ponchos de lana y algodón con preponderancia de tonos rojos que usó Juan Manuel de Rosas rojos con flecos de José de San Martín, el exquisito poncho de Lucio Mansilla y la extensa colección de Adolfo Carranza.

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